La Guardia Civil ha detenido a tres personas sospechosas de pertenecer a una banda de cogoteros y que, probablemente, trataban de asaltar a su próxima víctima en Calp.
El pasado 20 de julio, agentes del Área de Investigación de la Guardia Civil de Calp detectaron la presencia de una persona en las inmediaciones de algunas de las principales sucursales bancarias de la localidad.
La actitud vigilante que observaron en él les indujo a sospechas. Transcurridos unos minutos, vieron a una pareja que salía de una de las entidades bancaria, y se comunicaba mediante una gesticulación discreta con las personas que estaban fuera.
Los agentes decidieron identificarlos inmediatamente antes de que pudieran actuar sobre alguna víctima. Al verse sorprendidos, los sospechosos trataron de huir de allí a la carrera y en distintas direcciones. Sin embargo, los tres fueron rápidamente aprehendidos.
Tras unas primeras averiguaciones, los agentes pudieron comprobar que la mujer estaba implicada como presunta autora de un delito de hurto de 5.000 euros que había sido cometido en el interior de un banco en Jávea, el pasado 5 de julio.
Además, verificaron que le constan numerosos antecedentes por hechos similares. Entre ellos, un robo de 158.000 euros cometido con fuerza en Garrucha (Almería), en el que, junto a otros miembros, sustrajeron del interior de un coche el dinero que el perjudicado había sacado para pagar las nóminas de los empleados de su empresa.
En la operación han sido detenidos una mujer de 48 años de edad, y dos hombres de 20 y 33 años, todos de nacionalidad colombiana. Han sido puestos a disposición del Juzgado de Instrucción de Denia, quedando en libertad con cargos.
Modus operandi
A este tipo de grupos se les conoce como «cogoteros«. Son bandas criminales que se dedican al hurto al descuido. Normalmente a gente de edad avanzada.
Los cogoteros vigilan en las inmediaciones de entidades bancarias aprovechando que hayan hecho un reintegro de efectivo, siempre de grandes cantidades.
Estos grupos suelen estar compuestos por tres o cuatro miembros, en el que suele haber, al menos, una mujer junto a un cómplice varón. Simulan ser una pareja y entran en la sucursal para elegir a la futura víctima.
Una vez localizada una persona que creen susceptible de caer en su atraco, la siguen hasta el exterior del banco. Ya en la calle, esperan a otros miembros que aparentan ir solos o estar esperando a alguien.
Mediante señales, la pareja les indica cuál es la víctima elegida y ellos la siguen hasta encontrarse a solas en un lugar más apartado, dónde la abordan mediante alguna treta o artimaña y le arrebatarán el dinero recién sacado.
Para ello, lo hacen mediante un descuido del perjudicado o bien con el uso de violencia para lograr su cometido.
Si la víctima posee coche, pueden pinchar las ruedas para robar el dinero mientras que solicita la asistencia en carretera.
En ocasiones, utilizan una distracción de los empleados de la entidad bancaria, procurando que el trabajador abandone su puesto de trabajo y hurtan sin ser vistos dinero de la caja.
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